miércoles, 18 de agosto de 2010

Capítulo 11: Sentimientos


Sentimientos

S
iguiendo su camino a un paso veloz fue muy fácil avanzar rápidamente y sin problemas aparentemente. Llegaron al poblado que estaba más al norte de Kouin, Velerus. Era un gran valle rodeado de flores y mucha vegetación y animales pastando o descansando a la brisa y al sol. Un pueblo campestre y rudimentario en medio de países prósperos y adelantados. Velerus conservaba el encanto de la antigüedad y su gente la cortesía y amabilidad de los tiempos remotos.
            Celes estaba intranquila. Sabía que tenía cumplir su promesa a Eriol y Thomas y además con las nuevas órdenes de Raziel. Su cabeza era un caos. ¿Por qué Raziel querría información sobre ellos? ¿Qué fue lo que sucedió con el collar? ¿Por que parecía tan interesado en que ella permaneciera bajo sus órdenes?
            No tenía respuestas para ninguna de sus interrogantes. Pero estaba ideando un plan. Si todo se desarrollaba como ella pensaba, podría responder a todas sus interrogantes. Por ahora debía seguir con su engaño. Más allá de las riquezas, ahora quería respuestas.
La hora de almuerzo era corta así que no tenía mucho tiempo para hablar con Oriele. Debía aprovechar cada minuto.
Esperaba que su idea para acercarse a ella diese resultado.
—Hola Oriele—la saludó. La mujer ni siquiera volteo a mirarla mientras devoraba su emparedado de queso. Tal vez sería un poco difícil.
—Hola—era una respuesta totalmente seca. Celes recordó que estaba allí por una promesa y además por una orden.
—Necesitaba saber si me podrías prestar tu libro de Jeanell Crouseth. El otro día te vi leerlo y pensé en pedírtelo…
Oriele la miró por primera vez. El seño fruncido en su semblante parecía decir que le daría la atención debida a su presencia.
— ¿Conoces a Crouseth?
— ¿Qué si lo conozco? ¡Me encanta! Es el mejor escritor de Gea. Sus historias son apasionantes…
Al parecer había acertado en su plan. Comenzar la conversación hablando de literatura era la mejor manera de ganársela. Sabía que Oriele era muy culta y le interesaban todos esos temas.
—No sabía que te gustaba leer.
—Me fascina leer. Pero fui una tonta y no traje libros para el viaje. Pensé que no tendría tiempo…sólo se me ocurrió llevar conmigo Palabras Ciegas de Horace Wall.
Nuevamente había acertado. La cara de Oriele se había transformado. Aflojó su seño fruncido y abrió la boca. La tenía, Oriele era suya. Sería su nueva amiga.
—Entonces creo que podríamos hacer un cambio. Yo te presto a La Viuda de Jeanell Crouseth y tú me pasas Palabras Ciegas. ¿Estás de acuerdo?
—Claro que sí ¡Miles de gracias! Lo traeré de inmediato.
—yo también iré a buscarlo.
Ambas se dirigieron a sus respectivas tiendas. Celes estaba feliz pues había dado un gran paso. Ahora acercarse a Oriele no sería tan difícil. Debía cumplir la promesa a Eriol y Thomas y además sacar la información solicitada por Raziel. El hombre no había sido específico en lo que necesitaba, así que cualquier dato le serviría. De todas formas estaba más preocupada de urdir su nuevo plan. Tomó el libro que llevaba en su bolso. Siempre había disfrutado de una buena lectura, pero nunca pensó que le serviría para algo importante.
Era el turno de Eriol. Se encontraba sentado comiendo una manzana mirando el horizonte con la mirada perdida. Seguramente estaba pensando en algo importante. Se acercó a él en silencio observando su extraña comportamiento.
—Hey, Eriol. Está todo perfecto. De lo que hablamos ayer.
Eriol pareció salir de una especie de trance. La miro fijamente antes de responder.
—Eso es fantástico, Celes. Sigue así.
— ¿Te ocurre algo? Te noto distraído.
—Sólo estaba pensado. Recuerda que eso me gusta.
—Claro…Eriol, necesito hacerte una pregunta.
—Por supuesto, dime.
Aún no tenía un plan de cómo averiguar sobre Eriol. Lo había conocido toda la vida y nunca había visto algo extraño en él. Así que tendría que improvisar. Suponía que cualquier información sería importante.
— ¿Tú viste esa luz, cierto?
—La que te salvó de los lobos, sí la vi.
— ¿Existiría alguna posibilidad de que alguno de nosotros, inconscientemente la hubiese creado?
— ¿Alguno de nosotros? ¿A qué te refieres?
—Bueno, tal vez se trate de alguna habilidad no conocida. Realmente fue muy raro…
—En ese caso tú serias quien lo hizo. Esa luz te salvo a ti.
—Si…creo que tienes razón…aunque también podrías haber sido tú…
— ¿Yo?—Eriol le puso más atención. Esperaba poder sacar el dato que necesitaba.
—Sí, tú. Recuerdo que tienes ascendencia de Asbleich, así que quizás se trate de alguna habilidad de tus antepasados.
Eriol pareció pensarlo. Al parecer estaba funcionando. De pronto todo su semblante cambió abruptamente.
—No puedo creer que haya olvidado eso por tanto tiempo…—la frase parecía sin sentido. ¿De qué estaba hablando Eriol?
—Creo que no te entiendo.
La expresión de Eriol cambio totalmente, una gran sonrisa cubrió su rostro. Tomó a Celes de los hombros y le dio un gran abrazo.
— ¿Qué ocurre, Eriol?
—Todo este tiempo, desde lo ocurrido con Daione, he pensado en mí como un cobarde. Creía que este era mi destino por que pertenecía al pueblo de los cobardes…
— ¿A qué te refieres con eso?
—Thoren…es un pueblo que abandonó la guerra. Sus fundadores escaparon dejando que todos los demás muriesen. Durante todo este tiempo he sentido que esa es la razón por la cual he tenido que pagar…pero ahora me doy cuenta de que estuve equivocado de una forma muy tonta…yo no tengo sangre de Thoren…pertenezco a los altos reinos del norte, quienes lucharon codo a codo con Amedrialth para vencer a Darkegrim.
—Eso que dices es una tontería, Eriol. No existe eso del destino y pagar por la cobardía…creo que estas equivocado.
A pesar de que Celes le hablaba, él parecía no escuchar. Estaba en una especia de trance.
—Si Daione está viva, luchare de nuevo por ella. Nada me lo puede impedir ahora que veo la verdad…
— ¡Eriol, escúchame!—al oír el grito, pareció volver en sí—Daione está muerta.
—Eso no puedes saberlo. Ahora por favor déjame solo.
Eriol estaba loco. Era un dato poderoso en manos de Raziel. Al menos toda esa conversación sin sentido había servido para algo.
Ahora era el turno de Eridriel.
            Cuando se hizo de noche, debieron buscar allí alguna parte donde pernoctar pues más adelante sería mucho más complicado. Se tendieron en un lugar apacible para dormir cerca de tres molinos de viento.
            Celes hubiese querido llamar a Raziel para terminar con esa misión. Después de haber obtenido respuestas muy escuetas de las hermanas Wian, se había dado totalmente por vencida. No soltarían nada. Aunque que guardaran secretos ya era una información, probablemente Raziel ya lo supiese y eso sería el motivo de que le encomendase aquella extraña tarea. Sin embargo más que sacarles las verdades a ellas, necesitaba sacárselas a Raziel. La necesitaba, eso era seguro. Y el motivo no podía ser para retener a Rodric. Había algo más. Una razón que desconocía, pero que haría lo posible por encontrarla.
No había pasado aún una hora de que se habían dormido cuando fueron despertados por los ladridos de unos perros muy cerca de ellos. Oriele y Eriol se levantaron rápidamente para ver que sucedía. La luna estaba oculta tras las espesas nubes, pero pudieron ver a una joven acompañada de tres perros muy grandes y con un palo en la mano. Tenía una actitud amenazadora y se veía muy enfadada por su presencia en aquel desolado lugar.
— ¿Quienes son ustedes?—les preguntó de un grito y con toda la rabia que sentía—. No los conozco para nada y en la noche no son bienvenidos a mi terreno. No crean que me robaran así de fácil, no soy tan tonta.
La joven era alta y tenía el cabello liso rubio y lo llevaba suelto. Iba vestida con un traje violeta y un chaleco azul.
—Lo sentimos. Sólo somos viajeros—le explicó Eriol— ¿Este sitio es tuyo?
—Eso es obvio ¿Por qué lo invaden así? No crean que sea una joven que pueden vencer fácilmente. Y no trates te engañarme poniendo cara de tonto.
En ese momento ya se habían despertado todos y ponían atención al dialogo.
—Discúlpanos por favor—dijo Eridriel—nos iremos de inmediato de tus dominios. No sabíamos que había un dueño de este lugar y solo queríamos dormir, hay algunos heridos que necesitan descansar de sus contusiones para sanar y este era un lugar especial…no queríamos robarte en ninguna medida.
La joven dejó de fruncir el seño y los miró uno por uno con incertidumbre en su cara.
—Esperen un poco… ustedes…no parecen malos ¿De dónde vienen? No son de por aquí porque jamás los había visto ¿Son viajeros?
—Sí, no somos de Kouin, venimos de… venimos de Darekhano—mintió Thomas— ¿Podemos quedarnos aquí esta noche? No molestaremos para nada y nos iremos en la mañana muy temprano.
La joven pareció más tranquila.
—Oh, discúlpenme por favor. Pensé que eran parte de los desastrosos Caballeros de Princelawn por sus armas. Últimamente han venido varios guerreros por estos lados y han saqueado todas las viviendas, solo quería protegerme ¿No son de parte de Princelawn cierto?
—Claro que no, al igual que tú los odiamos—le dijo Eridriel—Estamos escapando de ellos.
— ¿Los caballeros de Princelawn ya están aquí—le preguntó Edwirdan?—han conquistado casi todos los países, es un funesto imperio ¿Han atacado en este lugar?
—Sí, muy cerca, pero ustedes no son de su parte ¿Cierto? ¿Dicen la verdad?
Edwirdan le contó rápidamente la historia, e incluso su batalla con Kel y su ejército. Las heridas que presentaba Thomas era la prueba de la gran batalla que habían tenido que librar.
—Lamento la confusión, de verdad. Para recompensar el mal rato los invito a que se alojen en mi casa esta noche y acepten por favor. En Velerus somos muy afables pero con los últimos sucesos nadie se puede fiar de los viajeros extraños y mucho menos armados. Vengan, les daré de comer y una buena cama, se ve que la necesitan.
Una gran sonrisa apareció en todas sus caras y rápidamente tomaron todas sus cosas.
—Muchas gracias—dijo Thomas—en este lugar tan lejano es bueno encontrar gente buena.
Los seis se dirigieron con ella rumbo al norte con paso tranquilo y en silencio. Al llegar se sorprendieron al ver que su casa era unos de los molinos que habían divisado a lo lejos. Por dentro eran una cómoda y muy grande casa muy bellamente amoblada y muy similar al estilo de Thoren.
Eriol no había dicho palabra alguna. Estaba dentro de otro trance. Los pensamientos se agolpaban en su cabeza estrepitosamente, sin dejarle concretar una idea. Sus sentidos intentaban decirle algo, el aroma, la voz, esos ojos. Sin embargo otra parte de su mente le decía que todo era imposible. Quizás estaba enloqueciendo. Quizás vivir tanto tiempo en Thoren le había pasado la cuenta.
— ¿Vives aquí?—le pregunto Eridriel.
—Sí, esta es mi casa…Oh, disculpen, no me he presentado soy Daione.
Ese nombre hizo sobresaltarse a Eriol, Thomas, Rodric y Celes y por poco caen de su lugar. Pero guardaron silencio mientras seguían el transcurso de la conversación.
«Es solo una coincidencia» pensó Eriol. Pero no podía dejar de sentir una opresión en el pecho, un nudo en la garganta que lo aquejaba. Hubiese podido llorar o gritar de alegría, pero no dejaba de temblar. Aun no podía concretar aquella idea en su mente, pero su corazón latía tan rápidamente, que inconscientemente ya sabía toda la verdad.
— ¿Para qué son estos molinos?—le curioseó Oriele—son tan grandes.
—Para crear energía con el viento y mover las maquinas de mi fabrica de quesos.
—Guau—exclamo Edwirdan—no era un pueblo tan rústico después de todo.
—Hace un rato nos preguntaste si éramos parte De Los Caballeros de Princelawn –le dijo Eridriel— ¿Ellos vinieron por aquí?
—Sí—respondió tratando de desviar la mirada por el dolor que le causaba recordar—Lucharon contra nuestro ejército hace poco, pero no pudieron ganarle, ahora quieren conquistar este país con bastantes más guerreros y ocupando algún tipo de poder…su imperialismo es parte de la más sangrienta treta de los que les gusta la sangre y el poder.
—Son rápidos para conquistar pueblos—dijo Oriele—mañana debemos salir muy temprano para ganarles ventajas en Nemek y perderles el rastro por unos momentos que sean.
— ¿Hacia dónde se dirigen?
—Vamos a Anduin—le dijo Edwirdan—a la tierra de los Disparadores y los sabios de donde yo vengo.
—Es un viaje largo y peligroso. En este lugar hay una leyenda: Todo viajero que pasa por los tres molinos de viento llegará a donde quiera que lo desee, vivo y con muchos y altísimos honores. Cuando yo llegue aquí, me dijeron lo mismo y ahora que heredé estos molinos se lo digo a todos los que pasan en este lugar la noche para darles esperanzas…claro que eso era antes de que el caos se asestara a la ciudad.
—Es una grata leyenda—dijo Eridriel— nos hace bastante falta ánimo para poder seguir nuestro camino, hemos pasado por muchas penurias.
— ¿Nos podrías decir como es Nemek?—le pregunto Edwirdan— ¿sabes algo?
—En realidad no se mucho de ese país, pero creo que no está bajo el mando de Princelawn, pues nuestro rey mandó a pedir ayuda a sus Visires. Pero es casi por completo un desierto…a no ser por los grandes oasis que hay allí. ¡Ah!…Deben cuidarse de los Fantasmas De Las Arenas.
— ¿Qué es eso?—preguntó Oriele— ¿Algún tipo de guerrero o asaltante?
—No exactamente. Es algo así como una tormenta de arena pero que quienes las han visto dicen que poseen vida propia, no les podría dar más detalles, pues son más los que van que los que vienen de allí.
—Gracias de todas formas—le dijo Eridriel—será mejor que mañana salgamos temprano, para aprovechar el día al máximo, estoy tan cansada y con tanto sueño…
—No es por ser intrusa ni mucho menos—se excusó Daione—pero no me han dicho sus nombres.
Thomas tenía que hacer algo. Así que rápidamente visualizó lo que tenía que decir:
—Si un hombre de Princelawn llega a ti y le pregunta por nosotros, podría ser que usted le diera nuestros nombre. Comprenderá que no somos muy queridos en ese país—le explicó Thomas—matamos a su general y sé que puede que tengan torturadores…
—No soy así, nunca le rebelaría algo a un Princelino. Me ofende que me crean así. Si no desean que sepa sus nombres díganlo…pero no veo las razones…
—Está bien, se los diré, pero espero que cumpla su palabra, señorita. Yo soy Thomas Tengel, ellas son Oriele y Eridriel Wian, el disparador es Edwirdan—hizo una pausa—el es Rodric, el Eriol y ella Celes.
Daione se quedó en silencio por mucho tiempo, su cara denotó un aspecto de asombro impactante como si se hubiese percatado de algo que era evidente.
Dos lágrimas brotaron de sus ojos azules y cayeron lentamente al suelo.
—Us…te…des— dijo al fin—. No es posible… ¿estoy soñando o me he vuelto loca?
Eriol sabía lo que pasaba y dio un paso al frente. El corazón latió aún más rápido, pero el nudo en la garganta desapareció. Su mente comenzaba a trabajar de nuevo.
—Daione, soy yo—le dijo mientras las lágrimas le brotaban de los ojos a raudales y sollozaba—lo supe del principio el corazón no miente y lo sentía en mí.
—No puede ser—Daione lloraba desconsoladamente— ¿Cómo están aquí? ¿Todo esto es verdad? ¿Eriol eres tú?
— ¿Qué sucede?—pregunto Oriele—no entiendo lo que pasa aquí… ¿acaso…?
Celes, Rodric y Thomas habían comprendido, y les pidieron a los demás que se marcharan a la habitación contigua para dejar un poco de privacidad y confiabilidad. Daione y Eriol se quedaron solos y ambos lloraban.
—Por fin te he encontrado—le dijo Eriol—después de tanto tiempo de buscarte.
—No sabes cómo me hiciste falta…Eriol, yo…aun te quiero mucho, nunca te olvidé.
—Perdóname por favor Daione, fui un tonto siempre y me arrepentí por el resto de mis días de mi actuar ¿Lograrás algún día redimirme de este dolor que llevo dentro?
—Te perdono. Te amo más que nada. ¿Pero cómo llegaron aquí?
—Eso no importa, yo solo vengo a buscarte, pues nunca más te dejaré sola.
—No sabes cuantas veces quise ir a Thoren para estar contigo, pero esas montañas…
—No te preocupes por nada. Te entiendo, lo importante es que estamos juntos y espero que sea para siempre y por toda la vida hasta que sucumbamos juntos. No quiero separarme de ti jamás.
Eriol besó a Daione y se abrazaron por mucho tiempo.
Oriele, Eridriel y Edwirdan no comprendían nada, así que Thomas con calma les contó todo.
—Daione era la única novia de Eriol en Thoren. Eran muy felices y se amaban mucho, pero cuando Daione le comentó que quería casarse, el se negó diciendo que eran muy jóvenes y que no estaba preparado para mantener una familia. Eso a ella no le gustó nada y decidió ir a la primera y última navegación de Thoren hacia Kouin.
»Allí vivía una tía abuela lejana. Pero dicho barco nunca volvió y se pensó que había naufragado y que todos estaban muertos. Eriol comprendió su error pero demasiado tarde, ya que había perdido todo y hasta el día de hoy se culpa de haber causado la muerte de Daione. Pero como ven no fue así, no tengo idea de cómo pudo haber sobrevivido…espero nos cuenten porque no entiendo nada de lo que pasa.
En ese momento entraron Eriol y Daione y ella abrazó largamente a sus antiguos amigos.
—Daione—dijo Rodric—pensamos que estabas muerta…no sabes que felicidad nos da saber que sobreviviste al naufragio…es un milagro.
—Muchas gracias. A mí me da mucho gusto también verlos de nuevo. Yo les contare como sobreviví, el barco si naufragó, pero una sirena me ayudó y me salvo la vida de ser devorada por una bestia marina estoy tan agradecida de ella…
— ¿Una sirena?—le pregunto Edwirdan
—Bueno, una media sirena en realidad, de esas que se transforman en una al contacto con el agua. Ella me trajo a Kouin aun inconsciente y luego me contó su historia, entonces decidí quedarme aquí y hacerme pasar por la sirena, por eso tengo esta nueva apariencia.
»Ella era la hija de la dueña de los molinos, que tenía una maldición de una Bruja Naga que hizo que se convirtiera en esa cosa. Me vestí y comporté como ella, para algún día lograr encontrar la cura a la maldición y devolverla a su casa y donde pertenece. Sus padres no la veían hace tres años, así que no notaron la diferencia.
»Cuando encontré una cura ellos ya habían muerto. Y ella se fue lejos para olvidar todo. Así que decidí quedarme aquí y seguir con esta vida.
—Amiga—le dijo Celes—no sabes cuánto te extrañé. Dijiste que era solo por un mes, me alegra tanto volverte a verte que es lo único bueno de este viaje.
—yo también te extrañe muchísimo, Celes, pero hoy nos volvimos a ver y eso es lo importante. No miremos más el pasado.
—Daione viene con nosotros. Ahora si iremos todos a Gaeria.
— ¡Que excelente noticia!—exclamó Thomas—aún no lo puedo creer.
—Dímelo a mí—dijo Eriol—es como si volviese a nacer. En este viaje encontré la felicidad. Estoy tan feliz que podría morir ahora y nada sería malo, solo espero el día de la boda con ansias.
— ¡Nos casaremos en Gaeria!—Daione realmente parecía feliz—por fin, lo único que quiero es vivir con Eriol por y para siempre. 



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