martes, 7 de septiembre de 2010

Capítulo 12: Oasis



E
l abrasador sol parecía quemar mucho mas a esa hora del día. Después de cuatro jornadas desde que la temperatura comenzara a aumentar estrepitosamente, los síntomas de la insolación comenzaban a sentirse. Oriele sintió como una gota de sudor se deslizaba sobre su frente. Odiaba el calor, el sofocante sol, la desagradable sensación de agobio. Amaba el frío, con su manto invisible que la cubría escondiéndola en los recovecos de su gélido aliento. Cuanto antes salieran de aquel lugar mejor.
            — ¡Que calor hace aquí!—dijo Oriele, pasado su mano por la frente, secándose el sudor—. Nos acercamos a unas áridas dunas. Ya llegamos al Desierto de Nemek.
            Cada día estaban más lejos de su hogar. Oriele sentía alivio de pensar que pronto podría estar en Gaeria. Al fin podría estar segura en algún lugar, lejos de su pasado.
—Hay más arena y menos vegetación—añadió Rodric—no debemos adentrarnos en él pues no tenemos ni agua ni cómo protegernos del sol. Moriremos calcinados.
—Además los caballos no pueden caminar bien en la arena—añadió Thomas.
—Y también está el tema de lo que pasaría si nos ataca un fantasma de Arena—Daione parecía seguir con esa tonta idea—. No deseamos mas heridos en nuestras filas.
En eso tenía razón. Era muy probable que fuesen atacados en cualquier instante y si Thomas y Rodric estaban heridos, sólo serían un estorbo.
Eridriel consultó el libro.
—Lo más prudente sería irnos por la frontera con Zeroh. De allí y mucho más al norte hay una entrada de mar y eso nos daría una mejor vegetación y lugares más seguros. Aunque nos demoraríamos unas tres semanas en atravesar este país.
Tres semanas. Eso significaba que en dos meses llegarían a Gaeria. Era demasiado tiempo. Debían llegar lo antes posible, pero no existía otra opción. Oriele pensó que debía apresurarlos ella misma. Al parecer eran demasiados lo que dificultaba el avance.
¿Cómo habían llegado a ser tantos? No lo entendía. Ni siquiera recordaba el porqué había invitado a Thomas en su viaje. En su mente había una mezcla de recuerdos, todos confusos. Recordaba haber encontrado el libro y el mapa que mostraba el único lugar que les serviría de refugio. Después de eso tenía claro que cuando conoció a Thomas tuvo que invitarle a acompañarlas al viaje, pero no podía recordar cuál era el motivo. Ella y Eridriel eran perfectamente capaces de defenderse por sí solas, así que no era necesaria la presencia del guerrero y ni mucho menos de sus cuatro amigos. Siete personas. Eran demasiados.
—Está bien—dijo Oriele—. Además ya estamos muy adentrados la estepa. No tenemos más opción que avanzar a toda velocidad, aun queda mucho camino por delante.
Afortunadamente hicieron caso de su sugerencia y aquel día cabalgaron como nunca, intentando escapar de aquel infernal desierto.
Cuando anocheció, tuvieron que dormir en el frío desierto nocturno. Algunos animales aullaban en la espesura de la noche y el viento que corría allí era terrible. Fue una de las peores noches y el hecho de que sólo fuera la primera de las tres semanas que les restaban, sólo contribuía a bajarles el ánimo.
Al otro día rápidamente se dirigieron hacia el oeste atravesando un gran desierto. Era lejos el día más caluroso y sudado de todo el viaje. No querían más sol. Tuvieron que bajar de sus caballos pues se enterraban en la arena y caminar. El desierto de Nemek era una terrible trampa para viajantes.
Oriele sintió una mano que le tocaba en el hombro. Era Celes que se había puesto a cabalgar a su lado.
—Quería saber si tienes otro libro. Ya terminé La Viuda.
Cuando recién conoció a Celes le había parecido una mujer de lo mas boba. Con esa cara de niña buena y sus largos vestidos seria una completa inútil. Sin embargo, podría cambiar esa opinión. Al menos podía servirle para poder conversar un rato y distraerse de aquel viaje. No todos en Ellegardia podían disfrutar de la buena literatura.
—Por supuesto. Te puedo prestar El Mensajero de Kendra.
—No he escuchado de él, pero si me lo recomiendas seguro que es bueno. Lamentablemente no tengo ningún otro libro para yo prestarte a ti.
—No te preocupes, aun no termino Palabras Ciegas. Está muy interesante.
—Sí, el modo en que Iris se aventura a salir de su pueblo solo para poder explicarle a Josh que ella no asesinó a Bea me parece asombroso. Se parece mucho a cómo nosotros salimos
—Puede ser que se parezca un poco.
— ¿Por qué decidiste ir a Gaeria?
La respuesta era sencilla: escapar. Pero no quería relatarle nada que aconteciera a su vida privada. Sus secretos se los llevaría a la tumba.
—Tener una vida mejor. Gaeria es la cuna de la ilustración.
—Eres una mujer muy culta, Oriele. Y además peleas de una forma que nunca antes había visto en una mujer… ¿Dónde aprendiste a hacerlo así?
—Mi padre me enseñó.
La respuesta salió de su boca sin pensarlo. Habían quedado de acuerdo con Eridriel para decir que habían aprendido en una Academia de Lucha. Esperaba que esa contradicción no trajera problemas. Lo último que necesitaba era que sospecharan de ella.
Celes la estaba mirando con el seño fruncido. Parecía analizar lo que había dicho y sacaba conjeturas. Celes no era una mujer corriente, se había dado cuenta de que ocultaba algo. ¿Qué haría ahora?
— ¿De qué hablan?
Afortunadamente Daione había llegado a interrumpir la conversación. Era su oportunidad para cambiar de tema.
—Celes me está pidiendo un libro. Pero ya se marchaba.
No podía dejar que se acercaran a ella. Un poco de simpatía que había sentido por Celes le había traído malas consecuencias. Quizás no pasaría nada grave, pero no podía arriesgarse. Era mucho lo que estaba en juego. Su promesa de cuidar a Eridriel sería cumplida.
Exactamente en aquel instante empezó a correr un fuerte viento que levantó una columna de arena por sobre ellos. Una brisa casi sobrenatural, una tormenta de arena que los cubría por encima de las cabezas y los azotaba con fuerza y brutalidad.
Las arenas se levantaron por los aires con una fuerza vital. Los caballos no pudieron seguir y en ese momento un gran torbellino de polvo se levantó y atacó a Edwirdan quien cayó al suelo de un fuerte golpe.
— ¡Un Fantasma De Arena!—gritó Eridriel— ¡Hay que escapar!
Thomas y Rodric tomaron sus espadas y se dirigieron a atacar al monstruo. Oriele tomó su arco y le lanzó una flecha, sin embargo el viento la devolvió y peligrosamente cayó cerca de ellos.
Entonces Edwirdan tomo su bastón y apuntó al Fantasma, lanzando un misil de color rojo. El viento no pudo regresarlo y el proyectil desintegró al monstruo en una lluvia de arena por los cielos. No obstante en un instante el viento se levantó de nuevo y la criatura se volvió a formar. En vano le lanzaban sus ataque pues nada le hacía daño, se regeneraba una y otra vez y cada vez tenía más poder y acarreaba mas viento e incrementaba su tamaño.
Oriele creía que todo estaba perdido. Aquel monstruo era indestructible.
Súbitamente se sintió otro gran viento que provenía de la dirección opuesta a la criatura.
«Otro más… no puede ser», pensó Oriele. «Ha llegado el final de nuestro viaje.»
Pero algo distinto sucedió y este viento absorbió al Fantasma De Arena e hizo que este desapareciera por completo. Cuando ya se fue definitivamente vieron una silueta de un hombre que se acercó a ellos. Estaba cubierto por una capa gris y tapado su rostro con una capucha, armado con una espada curva y una vasija en sus manos. Era alto y joven, un poco mayor que Edwirdan y Eridriel y vestido lujosamente con atavíos muy ostentosos.
— ¿Están bien?—les preguntó mientras le ponía la tapa a su vasija y la colgaba al cinto. Tenía una voz gruesa y un acento muy agradable—. Tuvieron mucha suerte, normalmente nadie soporta un ataque de uno de estos seres tanto tiempo ¿Usaron energía extrañas o algo parecido?
—Si…es decir…no. Simplemente fue una fácil Sincronización de primer nivel—le indicó Edwirdan— ¿Quién eres?
El hombre calló un minuto y pareció recordar algo. Finalmente dijo:
—Soy Erkerd de Sailbanh…un Cazador de Fantasmas…de Gashtaan, el oasis al este.
— ¿Tú creaste ese viento que absorbió al monstruo?—le preguntó Thomas. —Muchas gracias—añadió al ver el gesto afirmativo como respuesta— Nos salvaste la vida, Erkerd de Sailbanh.
—Esta es una Vasija especial—explicó, enseñando el objeto que tenía en sus manos—. Puede absorber este tipo de monstruos con solo una corriente de viento. Muchos mueren a causas de ellos. Esas criaturas son terribles y Nemek está plagado de ellas, para eso están los Cazadores De Fantasmas, para exterminarlos a todos.
—Nos estábamos marchando ya hacia un lugar menos árido—le contó Edwirdan—tuvimos muy mala suerte pues fue sólo al final que nos atacó.
—Yo también me marchaba… cuando escuche sus gritos.
— ¿Hacia dónde vas?—le preguntó Eridriel.
—Hacia Anduin, la tierra de Disparadores al norte, un largo camino es el que me resta.
Oriele supo lo que pasaría a continuación. Otro más se les uniría a su compañía. Ya eran demasiados, se retrasarían aun más en su viaje.
Pero preferiría callar. No tenía el menor interés de discutir con ellos.
— ¡Que coincidencia!—exclamó Celes—nosotros vamos allí también y es la misma ruta la que seguimos.
—Entonces podremos ir juntos a Anduin, elegimos el mejor camino. No es para nada bueno quedarse en el desierto y morirse de sed pues no hay un oasis muy cerca.
Ahora tenían un nuevo compañero de viaje que al menos parecía muy fuerte. Siempre quedaba la posibilidad que fuesen atacados. Además les había salvado la vida y merecía confianza. Sin embargo a Oriele no le terminaba de convencer. Algo no calzaba en aquel hombre.
 Por el camino Celes le relató todo lo acontecido, desde el ataque del dragón hasta los lobos de Selfias y las penurias y desgracias que les seguían. Sin embargo exceptuó la parte en que ellos se dirigían a Gaeria.
—Son muy valientes—fue lo que dijo el cazador—. No cualquiera hace un viaje tan peligroso y vive para contarlo como ustedes, la verdad no tenía idea que los guerreros de Princelawn querían conquistar el mundo, la realidad es que nunca me ha gustado ese país, es la escoria de Ellegardia. Su imperialismo solo es una fantasía.
En ese momento llegaron a un gran valle con mucha vegetación y varias tiendas, era imposible creer que pertenecían a un mismo reino pues se oponían a sus climas. Ahora era una llanura alegre y templada y se olía una lejana brisa marina.
—Este es el Oasis de Abib-Tebah—les explicó el Cazador—uno de los tantos que conforman Nemek.
—Parece bastante agradable—dijo Thomas—. Me recuerda a Reseón.
— ¿A que van a Anduin?—le preguntó Erkerd— ¿Sólo un viaje de placer?
Le contarían. De eso Oriele estaba segura.
Erkerd no podía creerlo cuando lo escuchó.
—Eso es sorprendente, no sabía que existía tal leyenda ni mucho menos que había una quinta tierra grande que pertenecía a Ellegardia. ¿Están seguros de que podrán llegar? En estos tiempos ya casi nadie navega por los monstruos que hay en el mar. Espero que tengan las fuerzas necesarias para proseguir. No creo que les vaya a ser fácil.
—Estamos haciendo el mismo recorrido de Saken Dreggett —dijo Thomas—. Creemos que por la ruta en forma recta desde Anduin podremos llegar pues es la ruta más corta y no podemos arriesgarnos en alta mar. Aunque debemos luchar, esta es la razón por la que nadie ha llegado a Gaeria, por los monstruos y el legado del Sabio Oscuro, y por ello decidimos venir a caballo hasta aquí. Navegar desde Thoren sería demasiado peligroso
— ¿Y tú a que vas a Anduin?—le preguntó Daione.
—Voy a aprender de los Disparadores y aumentar mi poder. Quiero aprender y cazar todo tipo de fantasmas e instruirme en la ciencia humana, tal vez estudiar y llegar a ser el mejor cazador de las arenas. Crear mis poderes y por supuesto la Sincronización…
—Yo soy un Disparador Anduino—le dijo Edwirdan—hijo de Willierd Argoz, el mejor Disparador del país. Si quieres te puedo enseñar a crear tus objetos sincronizados y todo lo de la Ciencia que pueda, aunque es mucho, poco a poco lograras dominar más poder dependiendo de tu voluntad. ¿Qué dices? ¿Lo deseas así? Estaría complacido de tenerte como aprendiz.
¿Por qué Edwirdan se ofrecía a ser su maestro si se suponía que quería acompañarlos a Gaeria? Se preguntó Oriele. Quizás quería que Erkerd también los acompañase, pero ¿Por qué? Había algo extraño.
— Claro que sí ¡seria excelente! Nunca pensé que encontraría un maestro en mi camino. Es la más grata coincidencia que podría haber sucedido. —El joven pareció reflexionar—. Aunque creo que hay algo raro pues hoy mi Maestre me dio la orden de asistir a Anduin en una hora determinada. No podía ser antes o después y debía ser por una ruta específica, sin desvíos. Tal vez él sabía. El sabía que debía encontrarme con ustedes.
Erkerd parecía ser un hombre bastante misterioso. Cada palabra que decía parecía reflexionarla y pensaba mucho. Pero aun así no parecía una mala persona. Era afable, cordial y bondadoso y en las semanas en que su viaje continúo les brindó todos sus conocimientos de supervivencia en el desierto. Y durante el día Edwirdan le daba muchos concejos de cómo interiorizarse en la ciencia de los Disparadores.
Aun así, Oriele tenía un raro presentimiento. A pesar de no haber cruzado ninguna palabra con él, sentía que escondía algo. Todos tenían secretos, eso ella lo sabía más que bien. Esperaba que el secreto que Erkerd guardara no tuviese relación con sus enemigos.
En tres semanas llegaron a una pequeña ciudad donde había un gran mercado de especias comerciales. Las personas vendían en tiendas grandes o pequeñas. Había de todo, ropa, armas, comida, recuerdos e incluso libros, joyas, cuadros, pociones, y varias adivinas charlatanas leían la suerte.
Edwirdan compro muchos libros especialmente de Sincronización y Energía Aldar. Allí Oriele y Eridriel compraron provisiones para el largo viaje que les restaba y algunas armas o pulidoras de artefactos metálicos para afilar espadas. Erkerd compró una nueva capa, ya no podía usar su antigua ropa pues más al norte el clima cambiaba. Celes compró un bello collar y una toga verde con unos guantes negros. Thomas y Rodric adquirieron pulidores para sus espadas y flechas para sus arcos y unos carcajes de marfil con oro blanco. Eriol compro algunos libros de historia y aunque insistió a Daione que eligiera algo, ella no quiso nada. Después de aquel descanso, prosiguieron su viaje.
El sendero que seguían era muy tranquilo y bello. A los viajeros les gustaba aquel lugar pues se respiraba una brisa tan refrescante que los adormilaba.
 De pronto en una curva Erkerd dobló hacia la izquierda y los demás siguieron derecho.
— ¿Hacia dónde van?—les preguntó.
—A la frontera—le dijo Thomas
— ¿Y por qué toman ese camino?
—Vamos a Anduin y debemos cruzar Fanalis y Sentres para llegar—le señaló Eriol— ¿Qué ocurre? ¿Hay algún otro camino que no conocemos?
— ¿Pero es que ustedes no saben que en Nemek hay un inmenso puerto al oeste? Desde allí podemos tomar un barco y llegar en dos días a Anduin para cortar tiempo…a caballo nos demoraríamos semanas y aunque ahora podemos montar yo no tengo uno…si deseamos que lleguemos cuanto antes es mejor irse por mar.
—Es cierto—dijo Eridriel—en el libro dice que Nemek posee mar. Pero tú dijiste que era muy peligroso navegar y si no queremos pasar peligros…
—Pero en esta ruta no hay monstruos marinos pues los Exterminadores los han matado a todos. Es una ruta única. Nuestros Cazadores son más poderosos que cualquiera otro. No se preocupen.
—Eso habría que verlo—dijo Oriele. No dejaría que nadie bravuconeara delante de ella. Era la mejor cazadora que existiese, de eso estaba segura. Nadie había realizado el entrenamiento con que su padre la crió desde pequeña.
Recordar esas imágenes la llenó aun mas de rabia. Qué no daría por nunca haber tenido que aprender a luchar. Aun quedaba mucho rencor en su interior.
Erkerd no sabía si ella bromeaba o no. Más le valía no seguir con el tema o habría un pleito. Y no quería perder el tiempo en tontas luchas contra ese hombre.
— ¿Son muy caros esos barcos de los que nos hablas?—preguntó Rodric, queriendo cambiar la conversación. — Yo no tengo mucho dinero y no creo que me alcance para pagar el pasaje. ¿O iremos en calidad de polizontes? ¿Sabes cómo hacerlo? Yo jamás lo he hecho.
—No iremos como polizontes—explicó Erkerd—y por el asunto del dinero no importa porque los pasajes no van más allá de los 500 Apsares o incluso de 350. Si no poseen yo podría…
Ahora quería regalarles dinero. A Oriele no le estaba agradando para nada Erkerd.
—No queremos limosnas…
—Es un precio al alcance de todos— interrumpió Celes—. Gracias por tu amabilidad Erkerd, pero podemos pagarlo. Si es una forma más fácil de llegar no debemos desaprovechar una oportunidad de descansar.
—Tienes razón, amor—dijo Rodric— ¿Qué dices tú, Thomas, Estas de acuerdo?
—Sí, es una forma fácil de llegar a Anduin en dos días y quiero dormir un poco.
Los siete llegaron a la playa en pocos minutos más y cerca de allí se encontraba el puerto de Jiosh-ahalá.
Era hermoso. El mar tenía un color muy lindo similar al verde esmeralda y los barcos le daban un toque muy bello al territorio pues les recordaba los puertos de los cuentos antiguos que tanto les gustaban y disfrutaban dramatizar.
Había muchos marineros en las cercanías y se veía gente por todos lados. Bellas damas y honorables caballeros, había mercaderes también y se veían literas transportadas por guardias por todos lados. Nemek era una rica cultura en tradiciones y arquitecturas.
—Así que este es el mar—dijo Eridriel—es realmente maravilloso y lo más bello que he visto en mucho tiempo. Tal como me lo dijeron que era…pero nada se compara a verlo.
—Es cierto—indicó Rodric—ustedes los de Alcarf no poseen mar, es una lástima pues el océano Darienlo es la mayor belleza que Ellegardia posee y que Amedrialth nos podría envidiar. Esos Sabios e Ilustrados quisieran tener esta esmeralda acuática como parte de sus maravillas, pero los hombres lo conquistaron antes.
—Miren en aquel barco nos podemos ir—indicó Erkerd—. Es uno muy barato y seguro. El capitán es amigo mío. Ya pagué nuestros pasajes por una módica suma, acéptenla como una gratitud por enseñarme Ciencias Enérgicas y dejarme acompañaros hasta Anduin.
Oriele ya no aguantó más. Creía haber dejado las cosas claras al decirle que no querían limosnas.
—No tenias porque hacer eso, podemos pagar perfectamente nuestro pasaje. No somos mendigos.
—Como dije, es un regalo de gratitud…
— ¡No quiero tu regalo! Nos tratas de pordioseros, guárdate tu dinero que no lo necesitamos.
—Perdón si te he ofendido—se disculpó Erkerd—. Esto es normal en nuestra cultura. No estamos acostumbrados a que sean desagradecidos con nuestras ofrendas.
— ¿Ingratitud?—ya era demasiado. No tenía por qué soportar que ese hombre le viniese a decir cómo comportarse. —No nos debes nada, no hemos hecho nada por ti. No queremos deberte nada tampoco. Tal vez en tu cultura se acepten limosnas, pero yo no tengo porque recibir regalos de extraños.
— ¿Qué te sucede?—Daione se acercó a ella y la miró extrañada— ¿Qué acaso no tienes educación? Como puedes ser tan grosera con quien nos ha salvado la vida y más aun nos regala un obsequio. Jamás conocí a nadie tan maleducado como tú.
¿Quién se creía esa mujer que le venía a hablar así? Esta situación ya la estaba superando. No tenía porque pasar por ello. Solo quería llegar rápido a Gaeria y todos esos estúpidos sólo la retrasaban.
—Tú no eres nadie para hablarme así—le respondió serenamente. No quería volver a exaltarse—. Más te vale que no te vuelvas a meter conmigo o no responderé de esta misma manera la próxima vez.
Daione pareció sulfurarse más con esa respuesta.  Avanzó un paso hacia ella y si Eriol no la toma del brazo con seguridad se hubiese puesto frente a ella en modo desafiante.
— ¡No me amenaces! ¡Tú no me conoces! ¡Pero quien se cree esta mujer!
— ¡Te lo advertí!
En ese momento Eridriel y Celes corrieron a afirmar a Oriele quien se disponía a golpear a Daione. Se produjo un gran revuelo, todos gritando tratando de que ninguna se enfrentara a la otra.
— ¡Oriele cálmate!—le gritó su hermana—. Ni Erkerd ni Daione tienen algo que ver con lo que pasó con Will.
¿Por qué tenía que haber dicho eso? Fue como si toda su fortaleza se fuese al suelo. Las ganas de luchar, de pelear y enfrentarse desaparecieron y la realidad llegó a su mente de una forma tan clara como dolorosa.
Había relacionado el ofrecimiento de Erkerd con la historia de su Padre. Inconscientemente le había dicho al joven todo lo que no había podido decirle a su progenitor. Todos la miraban extrañados. Era de esperarse, nadie en el mundo sería capaz de comprenderla. Todo el sufrimiento del pasado comenzó a vivir en su corazón nuevamente. Estaba sola en el mundo. Ningún ser en aquel universo podría hacerle compañía. Porque en realidad estaba muerta. Sólo vivía por cumplir una promesa. Una vez hecho, el dolor se apoderaría por completo. Moriría finalmente, agobiada por el dolor del más horroroso recuerdo.
—Perdónenme. No volverá a ocurrir.
Daione guardó silencio, pero le dedicó una fría mirada.
—No te preocupes—dijo Erkerd—no pasó nada. Ahora debemos irnos porque el barco va a zarpar.
—Gracias de nuevo—le dijo Thomas—ahora te debemos más de lo que quisiéramos.
Por mientras los demás dormitaban Erkerd reflexionaba sobre el encuentro con sus nuevos amigos. Los conocía recientemente, pero quería quedarse con ellos para siempre. Eran de verdad gente buena, incluso Oriele solo parecía tener mal genio, pero no había maldad en su mirada. Todos parecían ser personas de bien y le dolía haber tenido que ocultarle cosas. Pero era importante, la verdad no le ayudaría en nada y era mejor que todo siguiera así. No era ningún orgullo para él ser quien era. Mañana les diría que quería acompañarlos a Gaeria. Era algo precipitado, pero necesitaba hacerlo. Alejarse de todo lo que ocurría en su hogar le haría bien.
Roktug El Viajante se quedó descansando en su tienda. Aun tenía tiempo de dormir un poco antes de ponerse a trabajar en sus planes. Hacía ya tres noches que dormía muy poco, lo cual estaba pasando la cuenta pues los ojos se le cerraban solos.
 Había enviado a Erkerd a reunirse con quienes debía estar. Con los Endragorn. Esperaba que su discípulo pudiera reconocerlos y comprendiera que debía unirse a ellos. Era la única esperanza.
Lamentaba no poder decirle de frente la verdad, pues estaba imposibilitado para ello. La Urdimbre de Arquitecto que lo nombraba un Lord Alto, le impedía traicionar a sus amos, los Eryadri. Ahora mismo su orden era que no podían revelarle a ningún Endragorn su verdadera identidad.
Lamentablemente los siete Lord Altos estaban divididos entre quienes apoyaban a los Eryadri y quiénes no. Eran cuatro a favor y tres en contra.
Roktug sabía que Anthik el Caballero Blanco y Jeigard el Arquero Oscuro estaban con él. Pero Vorkel, Orek, Nierk y Siltis, seguían fieles a los Eryadri.
En su tiempo los Eryadri eran grandes justicieros. Y los Lords Altos los servían con orgullo. Pero cuando Fymbulthyrk y Gal Merrows habían llegado al poder había sido el fin. Los nuevos Eryadri crearon el Ritual del Griemmerick y ya nada era igual.
Ahora que Fymbulthyrk quería gobernar Gea era el momento de que ellos hicieran lo que tuvieran a su alcance. Lamentablemente no podían hacer mucho pues estaban atados a los Eryadri por una Urdimbre. Además, Roktug sabía que Maldrek’Deaûl planeaba algo más. Algo que se le escapaba a su comprensión.
Esperaba ansiosamente que Erkerd pudiera saber la verdad. Así, los Endragorn eran los únicos capaces de vencer a los Eryadri. La única esperanza ere que al recibir el Legado pudiesen acabar de una vez por todas con Darkegrim.
En el mismo momento en que se disponía a recostarse en su litera, una luz blanca apareció en su tienda. El hombre que se había transportado en su carpa era Anthik. Su viejo amigo.
—Hay problemas, Roktug.
— ¿Qué sucede?
—Krisgird está en Gaeria.
Roktug sintió pánico y el sueño desapareció inmediatamente. Un Arkadoorm en Gaeria. Los sirvientes de Maldrek’Deaûl eran temibles. Y ellos que con tanto esmero habían enviado a los Endragorn hacia la Encrucijada de la Luz creyendo que allí estarían seguros.
— ¿Y qué hace allí?
—Creo que busca el poder con el cual Gaeria fue forjada.
— ¿La Dash’Hollorgs?—Roktug estaba impactado. Todos sus planes parecían venirse abajo.
—Sí. Es lo más probable—Anthik parecía sereno. Aunque comprendía perfectamente la gravedad del asunto.
— ¿Qué haremos? ¿Deberemos impedir que se embarquen hacia Gaeria?
—No. No creo que podamos hacer eso con esta Urdimbre sobre nosotros.
—Entonces…
—Debemos hablar con Athelus. Ya es hora de que él se haga cargo de los Endragorn.
—Eldrebeth Athelus…el único miembro vivo del Círculo de Fuego… ¿Tú crees que quiera actuar?
Anthik se inclino de hombros con indiferencia.
—Si no lo quiere, lo obligaremos.



4 comentarios:

  1. una pregunta... si La Encrucijada de la Luz fue el primer libro cual es el segundo??? me gustaría mucho leerlo

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  2. leonardokvd, primero que todo, muchas gracias por tu comentario y por pasar por acá. Me alegro mucho que te guste el libro.

    La verdad es que aún quedan varios captitulos de la Encrucijada de la Luz, tengo bastanto votado el blog y hace mucho tiempo que no subo, pero te prometo que a la brevedad iré actualizando hasta completar el primer volumen. Luego subiré el segundo que se llama El Semblante del Guerrero Vengador.

    Nuevamente, muchas gracias por tus palabras.
    Saludos!

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  3. =D que bien !!!
    porque en verdad quiero leer todo el libro me encanto!!!
    hasta lo voy a mandar a encuadernar porque esta muy bueno... te felicito !!! =D
    espero con ansias que actualices el blog =)
    =) =) =)

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