lunes, 9 de agosto de 2010

Capítulo 10: Recuerdos


Recuerdos

A
sí llego otro día. Thomas, Celes y Rodric estaban mejor gracias a las nuevamente milagrosas medicinas de Edwirdan. Se habían llevado la peor parte de la gran aventura, pero estaban felices de salir con vida y miraban de forma positiva lo que el futuro les deparaba.
            Pero la batalla de la noche anterior había dejado una gran interrogante. Aquella luz magenta que desintegró al Lobo era un total misterio. No existía ninguna explicación, ni siquiera teoría, para entender qué fue aquella luz.
            Eriol no creía en la suerte. Él nunca había tenido suerte en la vida. Aquello los había salvado porque sabía lo que hacía. Fuese lo que fuese, ahora estaban vivos gracias a él. Existía una razón detrás de todo esto.
—Lo que sucedió anoche fue sorprendente—dijo Edwirdan—nunca había visto algo así, era mucha energía reunida, casi con vida propia.  Sigo sin entender que puedo haber sido…
—Me gustaría haberlo visto bien—dijo Rodric—pero ese lobo fue muy astuto. Me mordió justo en el brazo malo…
— ¿Alguien sabe dónde estamos?—preguntó súbitamente Oriele.
—En el poblado de Sirjioa—dijo Eridriel consultando a su libro—anoche corrimos bastante pues estamos muy alejados de la frontera, estos caballos sin fantásticos.
—Fue el miedo—señaló Eriol—por eso corrimos tan rápido que no nos dimos cuenta de cómo avanzábamos. Los caballos también sentían el mismo pavor que nosotros.
—Ahora nuestra meta es atravesar este país—apuntó Thomas—no muy cerca de la frontera, pues nos encontraremos con el ejército de Princelawn y es lo peor que necesitamos en un día como éste. Me siento tan relajado con esta brisa campestre. No quiero más problemas, además mi pierna no está bien del todo y mi brazo tampoco.
—Si corrimos lo bastante rápido llegaremos a Landfer, aunque ya bien entrada la noche—dijo Eridriel—. No, espera, es mejor pasarlo en dos días, tenemos tres convalecientes. Desde allí llegaremos en otros tres días a Nemek. ¿Por qué no darnos un descanso después de tanta actividad?
—Comamos algo—dijo Edwirdan—y luego seguimos, tengo mucha hambre.
—Trataré de cazar de algo—Rodric tomó su arco y se fue con Celes a recorrer el hermoso páramo. Para ellos era como una luna de miel adelantada y llena de sorpresas gratas y no tan gratas. Aun así estaban juntos y era lo que les importaba.
Al parecer Rodric estaba mejor y sus brazos recobraban movimiento, pero seguía con un fuerte dolor de cabeza y mente nublada. Thomas trató de distraerse lo más posible y se fue a cazar también con Oriele. Volvieron con un gran ciervo que cocinaron inmediatamente.
Edwirdan y Eridriel leían un libro que el Disparador traía. Al parecer era una historia cómica, pues ambos daban fuertes carcajadas.
Desde lo lejos Eriol los observaba y, a pesar de reírse mucho de las caras que ponían, por dentro se sentía muy triste. Pensaba que todos tenían a alguien especial, mientras el recordaba su único y verdadero amor. Con cuanta facilidad había perdido lo que más quería. La vida lo había tratado de una manera muy cruel.
 Entonces por primera vez se dio cuenta de la verdadera razón por la que había venido en este viaje.
«Esa tonta obsesión por querer creer que está viva» se dijo a sí mismo. «Es imposible, la perdí cuando mi egoísmo fue más grande que mi amor, ahora no puedo querer arreglar todo cuando cometí el peor error de mi vida»
De pronto vio a Thomas que se acercaba. De seguro querría saber qué le pasaba.
— ¿Te ocurre algo?—le preguntó—te vez muy triste, no me gustaría que algo malo te sucediera. Este viaje…sé que han pasado muchas cosas…
—No es nada—respondió cortante mientras desviaba la mirada a las Montañas Fantasmas. Le gustaba más el viaje cuando andaban cercas de aquellas montañas. Al menos nadie lo hacía sentir mal ahí.
—Eriol, siempre ha confiado en mí, dime qué te pasa. Somos amigos de hace tanto tiempo.
Thomas… ¿Por qué tenía que ser tan bueno y siempre preocuparse por los demás?...él necesitaba estar solo en esos momentos.
Una lágrima cayó de su ojo y un susurro escapo de su boca.
—Lo de siempre, nunca podré olvidarlo…nunca…es que aún yo…
Thomas pareció entenderlo. Puso su mano en su hombro como señal de compañía y comprensión. Realmente le hizo sentir mejor. Thomas siempre había sido un buen amigo.
—Pensé que ya lo habías superado.
—Yo también, pero al verlos a todos juntos, no sé, me hizo sentir mucha nostalgia y no pude aguantar la pena y solo quise llorar y desahogarme.
—Sabes que lo de Daione no fue en ningún caso tu culpa, solo sucedió en un mal día. Una fatal coincidencia que fue el resultado de cosas que pasaron…
—Fue mi culpa, si yo no hubiera sido tan egoísta y tonto, si la hubiera comprendido y sabido amar ella nunca se hubiera ido de mi lado y hoy ambos iríamos a Gaeria, ¡Cuánto la extraño y cuanto me hace falta!
Que difícil le había resultado decir aquellas palabras. Por mucho tiempo le había echado la culpa al destino. Pero dentro de sí, sabía que todo había pasado por él. Aceptar eso era más doloroso aun. Era un cobarde. Al igual que los antepasados de Thoren, la sangre en sus venas le había dotado aquel defecto.
—Mira, nunca se encontró rastro del naufragio, sólo no regresó. ¿Qué tal si ahora ella está en algún lugar de este país? No me gustaría darte falsas esperanzas, pero podría ser una posibilidad. Ella te seguiría queriendo.
Esperanzas. Siempre había tenido esperanzas de que estuviese viva. Pero eso no borraba el dolor. No le daba la redención que necesitaba.
Solo ella podría dársela.
— ¿También crees eso Thomas? Sí, podría ser. Kouin era el destino de aquella embarcación ¿Será posible que nos volvamos a ver? Sería el hombre más feliz del mundo y nunca más cometería los errores del pasado.
—El amor todo lo puede.
Eriol  se limpió las lágrimas y una nueva cara de alegría brotó en su semblante. Si quería volver a ver a Daione tenía que hacer algo. No sacaba nada con llorar ahora.
— ¿Ah sí?, y cuando te le vas a declarar a Oriele entonces—acompaño la frase con una risotada. Esperaba  que la mujer no estuviera cerca o seguramente le propinaría esa mirada aterradora.
Thomas frunció el seño extrañado.
— ¿Estás loco?...nunca podría enamorarme de alguien como Oriele.
—Era una broma…sería como casarte con una muralla. No parece sentir nada en su interior…
—Creo que debió haber sufrido algún trauma fuerte, para haberse tornado tan amargada. Siempre tratándose de hacer la valiente y dura…creo que esconde un miedo muy grande en su corazón.
—Tienes razón. Lo veo en sus ojos. Escapa de su pasado aunque sabe que no puede despejarse de él. Pero a Eridriel parece no importarle…es extraño. Son tan distintas…
—Espero que alguna vez pueda cambiar y ver la vida con más alegría. Me gustaría encontrar una forma de ayudarla.
Eriol recordó como Oriele los había salvado de la muerte segura cuando mató a aquel dragón. Le debía su vida. También debería tratar de devolverle la alegría a su vida, tal cual como él lo estaba haciendo ahora. Quizás ambos necesitaban aquella redención para poder sentirse completos.
Quizás si podía hacer algo.
—Tengo una idea…posiblemente funcione.
— ¿Qué idea, Eriol?
—Creo que necesita compañía. Una amiga. Tiene demasiada diferencia de edad con Eridriel así que quizás nunca ha tenido una amiga de verdad.
—No entiendo…
—Acompáñame, ya verás.
Celes ya estaba cansada de recorrer aquel lugar. Estaba cansada de todo. El viaje a caballo, la mala comida, la suciedad, las incomodidades, el ataque de esos Caballeros, los Lobos. Ya estaba aburrida. ¿Hasta cuándo seguiría así?
Quería invocar a Raziel y decirle que hasta aquí llegaba. Que le diera la mitad del dinero acordado y un carruaje para poder llegar a Cristalline de una vez. Pero Rodric nunca la dejaba sola, se le estaba haciendo desesperante tenerlo a cada minuto a su lado. Eso no estaba para nada en sus planes.
¿Y si escapaba? Parecía ser una buena opción. En la noche cuando todos durmiesen podría perfectamente irse lejos y no saber nada más de esa estúpida aventura.
Pero no. La recompensa era grande. Una mansión enorme, cantidades gigantes de oro y muchas joyas. Esa vida era lo que quería y éste era un pequeño sacrificio en comparación con lo que tendría más adelante. Seguramente pronto acabaría todo.  Raziel quería matarlos y le había prometido que ella estaría a salvo. Por lo menos era una esperanza.
Eriol y Rodric se acercaban a donde estaban. Rodric dormía plácidamente a su lado, así que quizás se irían al verlo descansar.
No fue así. Al parecer querían otra cosa.
—Hola Celes—la saludó Eriol— ¿podemos hablar contigo?
—Claro— ¿Qué podrían querer hablar con ella?—cuéntenme.
—Necesitamos pedirte un favor.
La cara de Eriol lo decía todo. La necesitaban. Lo que fuera que le pediría era importante para ellos. Y eso le agradaba. Trataría de sacarle el mayor provecho a la situación.
—Díganme, veré si puedo ayudarles.
—Supongo que ya conoces el carácter de Oriele.
¿El carácter? ¡Claro que lo había visto en persona! Oriele parecía tener un humor de los mil demonios.
—Sí al parecer no es una persona muy amistosa.
—Eso creo. En fin, ella nos salvó la vida con ese dragón y vamos a viajar durante mucho tiempo con ella. Creo que deberíamos hacer algo para hacerla sentir mejor.
—Sí, pareciera ser que ella ha sufrido mucho—dijo Thomas—algo le sucedió para que perdiera la alegría.
—Celes, queremos que te acerques más a ella. Que seas su amiga.
¿Amiga? Con todos los problemas en su cabeza no tenía tiempo para compartirlo con una petulante mujer. Aunque tal vez podría sacar algún provecho de la situación. Como siempre lo hacía.
Recordó aquella vez en que escuchó la conversación entre Brass-Volcanos y Raziel. Ella estaba en la sala de espera del la casa del Maestre de Rodric esperando a que éste regresara de su entrenamiento. Al parecer Rodric no estaba y Brass-Volcanos no se había percatado de su presencia.
Súbitamente se escucho un ruido en la habitación contigua, como un estallido. Asustada, Celes miró por la ventana lo que ocurría en aquel lugar. Vio un hombre. Escuchó toda la conversación y descubrió una gran verdad.
La idea le había llegado de inmediato: chantaje. Corría el riego de que la mataran, pero había ideado un plan en base a mentiras que le aseguraba que saldría viva. Cuando se presentó antes los hombres diciéndole que ya había enviado un mensaje a Rodric y a Thomas, fue la única vez que vio temor en sus rostros. El hombre ya se proponía a matarla, cuando ella les dijo que podría detenerlo si le daban lo que pedía. Así se había involucrado en aquel plan para tener a Rodric atado a Thoren y su recompensa de una lujosa mansión en Cristalline.
—No lo sé—les respondió. Quería manejar lo máximo posible el asunto. Tal vez obtendría algo de aquello—lo veo difícil…realmente no tenemos nada en común.
—Por favor, Celes—eso era una súplica de Eriol. Ya estaba sumando puntos a su favor.
—De verdad me gustaría poder ayudarlos, pero no quiero arriesgarme. Podría resultar algo peor y aún queda mucho viaje…
—Celes, te protegeremos—le dijo Thomas—si algo sale mal, estaremos siempre de tu lado. Solo queremos arreglar esta situación.
No podía seguir negándose para siempre. Al parecer ellos no darían el primer paso. Era un conflicto de intereses complicados. Tendría que hacerlo parecer un gran sacrificio de su parte y tendría a Eriol y Thomas comiendo de su mano.
—Está bien, lo haré—intentó poner su máxima cara de bondad—sólo porque ustedes me lo piden, lo haré por ustedes, amigos.
La cara de Eriol y Thomas le dijo que había ganado. Ella les estaba haciendo un favor importante y se sentían muy agradecidos. Ahora cualquier cosa que pidiera se la darían. Tenía mucho tiempo para pensar en los favores que les pediría.
—Muchas gracias, Celes —Thomas se llevó las manos a la nuca y desabrocho la cadena que llevaba colgada al cuello—. Acepta esto como un regalo por el favor que nos estás haciendo.
El collar de Thomas era hermoso. Celes siempre lo había encontrado la joya más bella que existiera. Y se la estaba regalando…sin duda era el mejor día desde que salieron de Thoren.
—Oh, Thomas, no puedo aceptarla. Es tuya.
—No, por favor, tómala. A mí no me gustan las joyas. Mi padre la tenía guardada en las cosas viejas. Puedes quedártela.
—Gracias, Thomas. Es hermoso. Y no se preocupen, hare todo lo que pueda con Oriele.
Ninguno quiso dormirse temprano esa noche. Hicieron una especie de celebración pues necesitaban descansar y tener algo distinto, después de todos los incidentes que les habían ocurrido. La fatalidad los estaba persiguiendo, pero aún así querían seguir. Nunca desistirían de Gaeria. Era su máxima meta y no se rendirían fácilmente.
Sin embargo Oriele no quiso participar.
Hicieron juegos de adivinanzas, chistes y mímica, cantaron, bailaron y los pasaron muy bien. Celes demostró su hermosa voz entonando un bello poema bardo que contaba la antigua historia de Ellegardia.
Fue una velada de tranquilidad y amistad. Luego todos durmieron plácidamente hasta muy entrada la mañana del próximo día.
Celes se levantó cuando la luna alumbraba todo el lugar. Se apartó lo suficiente para no despertar a nadie y realizó el ritual para llamar a Raziel.
El hombre esta vez demoró casi una hora en aparecer. Cuando la vio, le dirigió una sonrisa.
—Te demoraste en llamarme. Esperaba tu informe hace mucho tiempo.
Celes le relató absolutamente todos los hechos ocurridos desde que salieron de Thoren. No se guardo nada, tenía que quedar bien con Raziel para que le concediera lo que le iba a pedir.
— ¿los Caballeros de Princelawn son sus aliados, cierto?
—Sí. Es mejor usarlos a ellos que traer a nuestro ejército aquí. Lo estamos preparando para otras cosas. Lo has hecho bien, Celes. Te felicito.
— ¿Es cierto que invadirán Gaeria?
—Así es. Pero no debes preocuparte. Para ese entonces tus amigos estarán muertos y tú en una lujosa mansión.
— ¿Tú me salvaste?
— ¿perdón?
—el ataque de los lobos…aquella luz intensa… ¿fuiste tú?
—No…—el Sabio realmente no parecía saber nada de lo que Celes le hablaba— ¿de qué luz hablas?
—No importa.
—Escucha, lo de los lobos fue un error de una estúpida subordinada. Eso no debía pasar…
—De verdad no importa. Ahora hay algo que debo decirte.
—Habla.
— ¿Cuándo acabaras con ellos? ¿Cuándo termina esto?
—Serán llevados a Princelawn. Lo antes posible.
—Entonces allí termina mi labor…pero ¿los mataras a todos?
—No te puedo decir eso. Hay muchos intereses en juego. ¿Qué es lo que quieres Celes?
—Quiero renunciar. Estoy tan cansada.
—No puedes en estos momentos. Solo un poco más, Celes. Además…tengo más tareas para ti.
—No puedo, Raziel. Por favor sólo dame algo del dinero y la mansión y no volverás a saber más de mí.
El Sabio parecía enfadado. ¿Pero por qué? Ella era una simple humana, sin ninguna habilidad. Para que podría necesitarla tanto.
—Serás la reina.
Celes quedó muda. No lo podía creer.
—Sólo es poco tiempo y la recompensa es grande. Si continuas con tu trabajo serás la reina de Cristalline.
—No lo sé…
—Lo único que debes hacer es investigar todo lo que puedas a esas hermanas Wian, a Edwirdan y Eriol. Hay algunos datos que necesito.
— ¿Por qué ellos?
—No preguntes. ¿Lo harás?
—Está bien…lo hare. Pero prométeme que no me harán daño.
—Sabes perfectamente que no te harán nada. Cuando sean llevados a  Princelawn podrás irte.
—Gracias, Raziel—Celes hizo una reverencia ante el hombre. Quería ir a dormir y pensar en lo que sucedía aquella noche.
— ¿Qué es eso?
Celes se incorporó para ver a qué se refería Raziel. El Sabio apuntaba a su pecho. El collar que colgaba. El que Thomas le había dado.
Raziel se acercó y trató de tomarlo, pero una luz blanca brilló y Raziel se retiró.
—Numelier…—balbuceó— ¿de dónde lo sacaste?
—Es un regalo de Thomas ¿Qué ocurre?
—Nada…ya veremos qué hacer con eso. Adiós Celes.
Una vez el Sabio se fue, Celes se acostó al lado de Rodric. Si lo que había visto era lo que pensaba, una nueva idea se estaba forjando en su mente.
Tal vez existía otro camino.

3 comentarios:

  1. :O
    Y QUÉ SIGUE???
    Jajaja para variar quedé metida!
    que me cae mal esa Celes!! >.<

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  2. hola santiago mmm bueno lei tu libro hace años y veo que no subiste lo que continua. Porfavor me gustaria terminar de leerlo si no es mucho pedir podrias madarme el resto a mi correo leonardokvd@hotmail.com .Me quede en el capitulo 14. Espero tu respuesta a mi correo.Gracias

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